Fundación SAGAI en el 2020

Durante el 2020 no pudimos encontrarnos para compartir clases, salir al teatro, grabar, filmar, entrenar, abrazarnos y disfrutar de cada encuentro en nuestra casa Tocó quedarse adentro. Y vernos por pantallas. Muchos proyectos quedaron en pausa, latentes, deseosos de salir al mundo. Al principio fue dificil, nos sentimos intestables en un panorama completamente incierto. Pero fuimos creando maneras de seguir en contacto para darnos una mano entre compañeros y compañeras: encontramos las maneras de llegar a las casas, dimos vuelta el aislamiento y fuimos alimento, energía e impulso. Creamos maneras de sostener nuestras actividades a través de nuevas plataformas y pudimos construir una nueva corporalidad a distancia que nos permitió aprender, entrenar, filmar, bailar, intercambiar y seguir forlateciendo nuestra comunidad. Miramos hacia adentro para reorganizar nuestros recursos y crear una realidad virtual, un hacer a la distancia, un conectar sin el cuerpo pero con la imagen del cuerpo, a través de ventanas-pantallas, compartiendo interiores, coloridos, luminosos, ritmicos, estáticos, diversos. Nada supera a la presencia, lo sabemos. Todo lo que pudimos hacer este año es el resultado de un largo camino de presencia y contacto. Hoy podemos decir que, gracias a todas la redes que tejimos en estos once años, la Fundación SAGAI supo ser refugio, y piso firme para el desarrollo de nuestra comunidad en este período tan particular. Este 2020 nos hizo ver con más claridad todo lo que somos y proyectar con muchas fuerzas lo que queremos ser. Somos esa construcción colectiva y poderosa que creamos. Crecimos mucho y vamos por más: El 2021 y nuestra casa nueva nos están esperando.